
En ocasiones determinadas especies, con la prepotencia que caracteriza la creencia en su superioridad, intentan laminar el espíritu salvaje y libertario de algunos animales y los confinan entre barrotes que acotan su capacidad de decisión, pero no su ideario, ni su voluntad de lucha que permanece, en ocasiones de derrota en derrota, hasta la victoria.
El animal domado está incapacitado contra su voluntad y para ser acallado y contenido necesita estar enjaulado e incluso amordazado. Por contra, el animal domesticado es dócil a su dueño, son generaciones de servidumbre, de obediencia y simbiosis donde miseria y prepotencia confabulan en mansedumbre para la gestión del negocio; donde el animal domesticado presta un servicio a cambio de nada o de cuatro migas que deja caer de la mesa su dueño. Llegado el caso, incluso ejerce labores de carcelero con los animales domados y al silbido del patrón los devuelve al corral en cada intento de fuga, protegiendo una hacienda por la que vaga con la estúpida creencia de que es tanto suya como del amo y con un equivocado sentimiento de libertad y representación de una clase a la que, con su actitud, traiciona.
El concejal domado, está relegado a la oposición contra su voluntad, por un resultado en urnas, pero sigue en estado beligerante porque sabe que su estado revertirá en las siguientes elecciones y es consciente de la deuda contraída con la ciudadanía a la que representa.
El concejal domesticado pace alegremente por las políticas de su señor, con un ojo en su pesebre y otro en los concejales domados, porque sabe que de la contención de sus políticas depende su bienestar, la experiencia le dicta que los animales domésticos, cuando ya no sirven para su trabajo, el amo les abandona a su suerte o se les sacrifica.
Es importante que sepamos diferenciar entre domado y domesticado, porque puestos a derribar muros y romper barrotes que liberen animales o a votar concejales (según se mire) se ha de fijar siempre la atención en los que algunos llaman domados ya que su libertad y la autonomía que se delege en ellos para la toma de decisiones será también la nuestra. Liberar a un sujeto domesticado no tiene ningún sentido, pues sin el abrigo a las faldas de su amo no sobrevivirá y por eso siempre volverá al pasto de su política, aunque ello suponga traicionar sus principios…
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