
De mansos corderos es el rebaño que pasta las verdes praderas del que se alimenta el lobo. Al arrullo de aguas tranquilas, los mansos que sobreviven a las crisis de los banquetes heredan tierra y pradera. Al lobo no le interesa la tierra, la da por hecho suya y el rebaño que se allana, resignado paga el diezmo y solo los mansos que sobreviven heredan.
La mansedumbre es una estrategia de supervivencia pasiva, anclada en el conformismo y la desconfianza de rumiar quien será el próximo en abandonar la tierra y el siguiente en heredar pradera.
Cuando desde una posición subordinada se defienden las ideas con el buen rollo, el argumento neutro y la súplica del consenso se está ejerciendo la mansedumbre desde un palmo de yerba heredada mientras la manada, a costa del rebaño, engorda.
𝐁𝐢𝐞𝐧𝐚𝐯𝐞𝐧𝐭𝐮𝐫𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐨𝐛𝐫𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐩𝐢́𝐫𝐢𝐭𝐮 y doblemente bienaventurados si además son mansos, porque además de saborear pación, también será de ellos el reino de los cielos. Y mientras el lobo hace su agosto, desde las alturas serán impermeables al 𝐥𝐥𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐜𝐨𝐧𝐬𝐨𝐥𝐚𝐝𝐨𝐬, 𝐚𝐥 𝐠𝐫𝐢𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐢𝐝𝐞𝐧 𝐣𝐮𝐬𝐭𝐢𝐜𝐢𝐚, 𝐩𝐚𝐥𝐚𝐛𝐫𝐚, 𝐝𝐞𝐦𝐨𝐜𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚 𝐲 𝐥𝐢𝐛𝐞𝐫𝐭𝐚𝐝 y desde las nubes les enviarán manifiestos de bienaventuranza “no os preocupéis: seréis consolados y también saciados” y 𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐬𝐮 𝐦𝐢𝐬𝐞𝐫𝐢𝐜𝐨𝐫𝐝𝐢𝐚 𝐬𝐞𝐫𝐚́𝐧 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐛𝐢𝐞𝐧𝐚𝐯𝐞𝐧𝐭𝐮𝐫𝐚𝐝𝐨𝐬.
𝐅𝐢𝐥𝐢𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐞𝐦𝐩𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧 D𝐢𝐨𝐬, piezas de un imbricado puzle genealógico de 𝐝𝐞𝐟𝐞𝐧𝐬𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐚𝐳, solo ellos lo llegarán a ver a su izquierda y prometerán recompensa intangible a quienes a causa de ellos sean 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐞𝐠𝐮𝐢𝐝𝐨𝐬, 𝐢𝐧𝐣𝐮𝐫𝐢𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐲 𝐬𝐚𝐜𝐫𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚𝐝𝐨𝐬, de su sacrificio heredarán lo que quede.
Desgraciaditos nosotros entre tanto manso, los que sabemos que la tierra no se hereda, que 𝐥𝐚 𝐭𝐢𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐲 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐫𝐞𝐜𝐡𝐨𝐬 𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐪𝐮𝐢𝐬𝐭𝐚𝐧 𝐲 𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐥 𝐥𝐨𝐛𝐨 𝐬𝐞 𝐥𝐞 𝐞𝐧𝐬𝐞𝐧̃𝐚 𝐜𝐨𝐥𝐦𝐢𝐥𝐥𝐨. ;-(
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