"Como decíamos ayer"

Puede ser una imagen de 2 personas, templo y multitud

Dicen que Fray Luis de León, recuperada su cátedra tras pasar una temporadita en excedencia, inició de nuevo su actividad académica con esa frase que alguna vez todos habremos oído: “𝐂𝐨𝐦𝐨 𝐝𝐞𝐜𝐢́𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐚𝐲𝐞𝐫”

Con esa expresión, Fray Luis, pretendía obviar lo sucedido durante sus años de ausencia y retomar las cosas donde las había dejado.

Hay una parte, muy respetable, del espectro de la izquierda que hunde sus raíces en las fuentes ideológicas de los tiempos del tardofranquismo y que se ha mantenido discreta, tímida, consensuada, por criterios clientelares o simplemente por ser considerada en vías extinción o inofensiva en materia de influencia al imaginarla minoritaria.

El fenómeno del calentamiento global irrumpe con fuerza en el terreno político y las consecuencias de sus imprevisibles fenómenos atmosféricos trascienden la dimensión física y meteorológica y pasan al terreno político enturbiando el discurso y el debate con huracanados vientos reaccionarios.

En este contexto de tormenta reaccionaria, cuando la estrategia correcta, más que nunca, debe ser hacer piña y abrazarse a los pilares ideológicos y morales que nos identifican para seguir avanzando y no perder lo conquistado, esa parte del espectro progresista, libertaria únicamente en el plano teologal, corre a buscar cobijo entre los gruesos muros de las catedrales y la sombra bajo palios y sotanas siguiendo la estela que va dejando la cera de los círios en las procesiones.

Y desde esos gruesos muros, al abrigo de oscuros intereses, parafrasean a Fray Luis, “𝐂𝐨𝐦𝐨 𝐝𝐞𝐜𝐢́𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐚𝐲𝐞𝐫”, retrotrayéndose a los tiempos de su nacimiento allá por la Transición, en un discurso que trata de retomar el pensamiento y la actividad política en los alcanforados postulados que heredaron de sus padres y mecenas, haciendo de esta manera el caldo gordo al cocido de la derecha y acallando las voces de los que dicen representar.

Byung-Chul Han en su libro “Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder” postula que “𝐥𝐚 𝐩𝐨𝐥𝐢́𝐭𝐢𝐜𝐚 𝐦𝐨𝐝𝐞𝐫𝐧𝐚 𝐬𝐞 𝐜𝐚𝐫𝐚𝐜𝐭𝐞𝐫𝐢𝐳𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐞𝐦𝐚𝐧𝐜𝐢𝐩𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐨𝐫𝐝𝐞𝐧 𝐭𝐫𝐚𝐬𝐜𝐞𝐧𝐝𝐞𝐧𝐭𝐞, 𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐞𝐬, 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐩𝐫𝐞𝐦𝐢𝐬𝐚𝐬 𝐟𝐮𝐧𝐝𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐫𝐞𝐥𝐢𝐠𝐢𝐨𝐬𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞”.

Esa búsqueda constante de anclaje al pasado como punto de partida, ese discurso, de fraile agustino, de “𝐂𝐨𝐦𝐨 𝐝𝐞𝐜𝐢́𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐚𝐲𝐞𝐫” no hace más que minar y debilitar las posiciones conseguidas llevando el orden de los acontecimientos políticos nuevamente a lo trascendente, acompañando en doctrina a los otros y posicionándose quien lo defiende en el lugar del espectador, sin más iniciativa política que el aplauso o el abucheo (flojito no sea que el acomodador nos eche del patio de butacas por montar un escándalo). Aqui lo dejo.

¡Gracias por leer La Escandalera! Suscríbete gratis para recibir nuevas publicaciones y apoyar mi trabajo.

Comments

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *