Hoy quiero referirme a dos conceptos que, aunque pueden parecer similares y confundir a quienes practican la política, no deben confundir a quienes observamos y delegamos la representación para no llevarnos sorpresas.
Me refiero a los términos de la política terrenal y a la política del terrateniente.
.- La política terrenal se refiere a las dinámicas de poder, gobierno y organización social centradas en asuntos concretos, seculares y de carácter social, que priorizan las relaciones humanas y la gestión de los recursos en favor de las personas, de la mayoría, de la ciudadanía. Ejemplos de estas políticas son la redistribución equitativa de los recursos o medidas encaminadas a consolidar un estado del bienestar (seguridad social, educación y salud pública, gratuitas y universales…).
.- La política del terrateniente se refiere al conjunto de prácticas políticas y económicas, discursos, que realizan determinados grupos o personas para mantener su poder, su influencia y su riqueza. Son acciones orientadas a la preservación de intereses particulares de clase o grupo social. Engloba situaciones en las que la política se pone al servicio de los objetivos de una minoría, para influir en cuestiones que tienen que ver explícitamente con el territorio como herramienta de enriquecimiento y de perpetuación del sistema jerárquico y asimétrico de poder.
La política terrenal busca la igualdad de oportunidades y se contrapone a la del terrateniente, que, como buen señor feudal, persigue un interés privado.
En el ámbito municipal que nos ocupa, la política terrenal se enfocaría en el bienestar de todos las vecinas y vecinos del municipio, con especial atención a los más vulnerables, como aquellos que carecen de recursos para acceder siquiera a una beca de comedor o a quienes tienen dificultad para acceder a una vivienda o empleo dignos. En contraste, la política del terrateniente, centra el debate y su influencia en lo mundano del inmovilizado, en los bienes y aspectos materiales, la fontanería de la inversión para el saqueo de las arcas públicas.
Cuando nuestros representantes adoptan exclusivamente el prisma o la visión del terrateniente a la hora de hacer política, ven el mundo a través de sus intereses y la discusión se orienta al beneficio de su bolsillo (el del señor feudal). El resultado del acalorado debate político, sea cual sea el escenario, termina asegurando el triunfo del terrateniente.
Protagonizar exclusivamente titulares de talas, de hórreos, de sobrecostes hace que la visión de lo terrenal se desdibuje y queden relegados a un segundo plano los temas que nos dotan de identidad y cohesionan como corriente ideológica y política con vocación transformadora de la sociedad, como la educación, la vivienda, el empleo, la mujer o la juventud y supone un secuestro de una mayoría de voces con vocación “más terrenal”.
Es por eso que, si aún no ha quedado claro, hay tribunas que tendrían que repetirse todos los días hasta lograr consolidar mayorías 😉

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