
Schrödinger, propuso a partir de la observación y el sacrificio -imaginario- de múltiples gatos, el principio de superposición cuántica, que por complejo y macabro lo simplificó cambiando la palabra gato por partícula y lo postuló diciendo que las partículas cuánticas pueden existir en varios estados a la vez.
La cosa es, en definitiva, para los que nos cuesta mucho seguir el hilo de lo metafísico, que el estado de la partícula depende del observador, o sea que dependiendo de quien mire el gato está vivo o muerto y mientras no miremos para él estará muerto y vivo a la vez.
Ese principio de superposición cuántica, traspasa las fronteras académicas de la física y se encarna en nuestra sociedad y naturaleza donde conviven en superposición de estados multitud de sucesos; donde los niños y los inocentes, como los gatitos de Schrödinger, están vivos y muertos a la vez y mientras no miremos, mientras no abramos la caja, podremos seguir manteniendo un distanciado debate sobre su estado aunque escuchemos ruido de sirenas y explosiones ya que pueden ser disparos, pero también petardos y música de villancicos.
Aún cuando como observadores fijemos la vista y determinemos el estado, frente al horror de los cuerpos desmembrados continuará el debate en la superposición de estados: si tanta barbarie es fruto del amor de un dios por su pueblo y debe ser tolerada o del odio irracional del hombre por sus semejantes y merece ser atajada.
La Navidad es un espacio de tiempo sometido también a las leyes de la cuántica, donde igualmente se da el fenómeno de la superposición de estados: consumismo, reflexión, generosidad, gula, guerra, paz… y hay una pulsión que nos empuja a disfrutar de este tiempo en familia, otro concepto cuántico donde se superponen multitud de estados: monoparentales, homoparentales, heteroparentales…
Ante tanta evidencia, todo parece indicar que nuestra realidad es una superposición de estados y si Schrödinger estaba en lo cierto y el estado de lo que nos rodea depende del observador, el cambiar las cosas dependería de nosotros.
Tomemos como propósitos firmes para los tiempos que vienen: afrontar con valentía y determinar con objetividad las causas de lo que vemos y obrar con responsabilidad y en consecuencia para que nuestro estado sea el de los principios e ideales que defendemos. Luchemos porque desde ahora y siempre solo se superpongan, en nuestra realidad cuántica, estados de buena esperanza: hagamos lo posible y todo lo que esté en nuestras manos, para que cuando dios o un divino arquitecto abra la caja y nos observe nos encuentre vivos. 𝐅𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐍𝐚𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝.
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