
Las funciones matemáticas son una herramienta fundamental para describir y modelar los fenómenos del mundo real. Representan las relaciones entre variables que sirven para describir, predecir y sobre todo optimizar procesos con diferentes grados de precisión en una variedad de campos como las ciencias naturales, la ingeniería, la economía y, sí, también la política.
Y en este campo, el de la política, un fenómeno recurrente es el de la elaboración de listas. Encontrar una función que optimice estos procesos de elaboración alejado de la subjetividad de quienes tienen la responsabilidad de su confección, para que estas sean el verdadero instrumento de representación para el que son concebidas y obedezcan a los intereses del común y no a intereses fruto de la digitalización debería ser una prioridad para garantizar la transparencia y la equidad en la representación política.
En este contexto, una función que nos permitiese abordar de manera transparente, la elaboración de unas listas respondiendo a criterios objetivos, garantizando la legitimidad del proceso podría ser la que se estructurarse en tres ejes: representación, participación y preferencia.
1.- El eje de la representación, evalúa la capacidad de la delegada o delegado para reflejar las diferentes sensibilidades y sectores diversos de la militancia, incluyendo algunos aspectos como:
Pluralidad de opiniones y/o corrientes internas del partido.
Representación de aspectos territoriales, de género o generacionales.
La legitimidad y reconocimiento, formal o informal, que le otorga un sector o grupo como su portavoz.
La representación asegura que la lista no está sesgada hacia una única sensibilidad o corriente sino que refleja el espectro plural del partido.
2.- El eje de participación, evalúa el nivel de compromiso activo de cada delegada o delegado en las actividades del partido; a través de este criterio tratamos de evaluar:
La frecuencia y la calidad de su participación en las reuniones, en campañas y otras actividades que se organizan desde el partido.
Su capacidad, a través de la evidencia, para aportar fortalecimiento y cohesión al grupo.
Su disposición a asumir responsabilidades en momentos clave.
Este eje garantiza que quienes se integren en una lista, no solo representan sensibilidades, sino que también son actores activos en la vida del partido.
3.- El eje de preferencia introduce el componente de “evaluación”, al medir el grado de aceptación que cada delegada o delegado tiene entre el conjunto de militantes, incorporando así la voz de la militancia al proceso de elaboración de manera explícita y considera aspectos como:
La popularidad de la delegada o delegado dentro de la organización.
La percepción general de su liderazgo, sus capacidades y su compromiso ético.
Resultados de consultas internas o votaciones preliminares que reflejen su apoyo dentro del partido.
La preferencia, añade un criterio esencial que legitima el resultado final al enfocarse no solo en los compromisos éticos de las delegadas y delegados y si no también en la aceptación democrática de cada candidata o candidato a través de los procesos de consulta internos.
Así pues, la confección de las listas atendiendo a estos criterios, puede considerarse una función en tres dimensiones, donde cada persona es evaluada según su posición en los tres ejes y puede representarse como:
L(d) = f(r, p, P)
Donde:
L(d) es la posición del delegado en la lista
r mide el nivel de representación
p evalúa su participación activa
P representa el grado de preferencia o aceptación por parte de la militancia.
La implementación de este modelo basado en los ejes de representación, participación y preferencia permite la construcción de listas no solo de una manera objetiva y equilibrada sino también legitimada por la pluralidad y la aceptación democrática dentro del partido.
Este enfoque asegura que las personas seleccionadas para la representación reflejan tanto la diversidad interna como el compromiso activo, fomentando un proceso transparente y consensuado que fortalece la cohesión organizativa y el sentido de pertenencia entre la militancia. Integrando estas tres dimensiones, el partido no solo responde las demandas internas, sino que también consolida su estructura como un ejemplo de gobernanza inclusiva y eficaz.
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